LA DECLARACION UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS

Sin Marcos

l. INTRODUCCIÓN

Elida Galletti era una madre, profesora de literatura y celebraba cada logro de su hija Liliana en el ambiente literario de la Argentina. Pero llegó el golpe militar del General Videla en 1976 y pocos meses después Liliana fue secuestrada por las fuerzas de seguridad. Nunca se supo más de ella. Elida y su marido Alfredo emprendieron una búsqueda angustiosa por encontrar a Liliana. Sólo pudieron hallar acogida y apoyo en el incipiente movimiento de derechos humanos en el cual ambos participaron desde el primer momento, tanto en Madres de Plaza de Mayo como el CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales).


Miles de familias como los Galletti, particularmente en los países del Tercer Mundo, atraviesan similares experiencias como víctimas de la represión estatal. Abandonadas por aquellos amigos que no comprenden su situación, las autoridades las califican como enemigos y les cuesta enormemente encontrar apoyo y solidaridad en las instituciones políticas, religiosas o sociales poque consideran peligroso brindárselo.

Estas familias afectadas solo encuentran fuerza y esperanza en los derechos humanos. Al compartir con otras víctimas la convicción profunda de que tienen la justicia de su lado se han agrupado para afrontar la tiranía constituyéndose en Organizaciones de Derechos Humanos. Esta centella de esperanza en la humanidad ha crecido junto con el movimiento democrático hasta el punto de acabar con regímenes intolerables en Haití, Sudáfrica, Filipinas y Chile entre otros países.

En el corazón de este movimiento hay un documento producido por las Naciones Unidas hace 50 años - la Declaración Universal de Derechos Humanos -.

Fué calificada por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, 1993) como "la herencia" que recibimos todos los seres humanos al nacer. Pero también se la ha calificado como "el secreto mejor guardado del mundo" si tenemos en cuenta que apenas se conoce su contenido. En algunos países, hasta en bibliotecas públicas resulta difícil hallar una copia, y se la ignora también en numerosos programas de estudios universitarios. No obstante, en los países especialmente que han sufrido dictaduras hemos aprendido a apreciar su utilidad. En la Argentina como en otros países latinoamericanos, la Declaración forma hoy parte del curriculum de las escuelas primarias.

Sin embargo, abundan los gobiernos no deseosos de difundirla, ya que fortalece la conciencia de los ciudadanos sobre sus libertades y derechos.

Como guardiana oficial de la Declaración Universal, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Mary Robinson ha repetido en numerosas conferencias a lo largo de este año como hizo en Oxford al principio de 1998, que la Declaración "tiene el rango de uno de los grandes documentos de la humanidad. En ella toman cuerpo las esperanzas y los sueños de personas que aún mostraban las secuelas de las dos Guerras Mundiales ... Es un documento viviente".

UN POCO DE HISTORIA

Paradójicamente, hace cincuenta años fue casi un milagro su aprobación por las Naciones Unidas (ONU). Cuando se fundó la organización mundial en 1945, la opinión pública estaba profundamente conmovida por el conocimiento del horror de los campos de concentración nazis. Lleno de indignación y decidido a que nunca más el mundo sufriera tales crímenes, la ONU estableció una Comisión de Derechos Humanos para producir un Acta Internacional de Derechos Humanos que fuera vinculante para todos los pueblos y naciones.

Destacadas personalidades participaron en el Comité de Redacción de la Declaración:

Charles Malik (Líbano)
Hernán Santa Cruz (Chile)
Pen Chun Chang (China)
William Hodgson (Australia)
Lord Dukeston (Reino Unido )
John Humphrey (Canadá)
Alexandre Bogomolov (Unión Soviética)

Hubo además dos personas que dirigieron esa misión:

Eleanor Roosevelt (1884-1962), viuda del Presidente de los Estados Unidos Franklin Roosevelt fallecido poco tiempo antes, presidió la Comisión. Como antigua trabajadora social y ardiente defensora de los derechos de los trabajadores, aportó a su tarea una sensibilidad especial hacia los temas sociales y su notorio prestigio como antigua Primera Dama norteamericana. Y tuvo el mérito de haber logrado llevar los encuentros a firmes resultados.

Sin embargo, el padre de la Declaración fue el Vice-presidente de la Comisión, René Samuel Cassin (1887-1976). Este abogado había sobrevivido a múltiples heridas infligidas durante la Primera Guerra Mundial, y se dedicaba a la rehabilitación de víctimas de la guerra. Ocupó el cargo de Ministro de Justicia de De Gaulle en tiempos de guerra, y a partir de entonces se lo conoce como el "Padre de los Derechos Humanos" por su trabajo sobre la Declaración Universal y otros documentos. En 1968 recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento de su magna tarea.

En 1946, junto con expertos de todos los países miembros de la ONU, la Comisión se abocó a la tarea gigantesca de producir una declaración sobre la dignidad humana que les resultara aceptable a personas de todas las culturas, religiones e ideologías, y que pudiera aplicarse a sistemas legales y políticos bien diferentes. Para 1948, ya habían logrado una serie de documentos para presentar ante la Asamblea General de NNUU, que tuvo sesión ese otoño en el Palais du Challiot de París. Luego de dos meses de intenso trabajo -97 encuentros y 1200 votos sobre enmiendas - se proclamó ante el mundo la Declaración Universal de Derechos Humanos, el 10 de diciembre -un día antes del final de la sesión- de 1948.

En la resolución correspondiente los gobiernos simplemente expresaron su acuerdo sin comprometerse con su contenido, y aún así ocho países se abstuvieron en la votación final. Seis de ellos del bloque soviético junto con Sudáfrica y Arabia Saudita. Sin embargo, los 48 países restantes votaron afirmativamente, y no hubo votos negativos.

La idea predominante en la Comisión fue que este breve texto de 30 artículos fuera seguido muy pronto por otros documentos de vinculación legal que obligarían realmente a los Estados a respetar los derechos humanos. Pero el Profesor Cassin tuvo que seguir batallando por 18 años contra la oposición sostenida de los países más importantes de la ONU hasta que finalmente fueron aprobados en 1966 los dos Pactos Internacionales de Derechos Humanos -el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

Ante esta larga ausencia de cualquier otra iniciativa, la Declaración Universal creció en fuerza vital y en estatura a lo largo de los años. No consistió ya más en una declaración universal sino en la Declaración Universal. El 10 de diciembre fue declarado el Día Internacional de los Derechos Humanos, y al cumplirse el 20 aniversario se celebró el Año Internacional de los Derechos Humanos. En 1978 la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Teherán (Irán) la consagró como un documento obligatorio para los estados miembros de la comunidad internacional.

Goza hoy de un estatus mundial único: esta condiredada como la sinopsis de la condición humana más autorizada y universalmente aceptada, como la Carta Magna de la humanidad.

Sigue : El Preambulo: la Llave para entender la Declaración

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