MEDH
MOVIMIENTO POR LOS DERECHOS HUMANOS
Por la Vida, la Justicia y los Derechos Humanos
Declaración Pública de la Asamblea General del MEDH celebrada el 27 de Mayo de 1999 en el centro Luterano de José C. Paz (Prov. de Buenos Aires)
Nos reunimos como representantes de las once Iglesias que integran el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, en un momento sumamente critico en la vida de nuestra Nación. Y usamos la palabra "critico" en el sentido que le asigna el idioma Chino, como "peligro" y "oportunidad" a la vez. Peligro: por la creciente presión de problemas sociales sin solución, acrecentados especialmente en esta última década; por la presión de las grandes fuerzas transnacionales que no quieren perder el poder y el dominio que han logrado sobre nuestra Nación, que personalmente intentaba recuperarse de la dictadura mas sangrienta de su historia y restablecer una incipiente democracia, cultiva desde sus comienzos de una deuda externa inmoral y agobiante; por la resistencia de los corruptos del periodo que va agotándose, a dejar sus refugios de poder, privilegio e inmunidad; y finalmente por la tentación de los candidatos de los distintos partidos a acaramelar sus discursos para ganar votos, o a diluirse en generalidades o eslogans efectistas para no asumir otra parte, oportunidad, por el desafío que tienen los partidos políticos de quebrar este "modelo" de (obscena ostentación) de lujos y despilfarro, en contraste con el acelerado crecimiento de la pobreza, la indigencia y la inevitable ira y violencia, y poner en practica un programa de austeridad, transparencia, participación popular, justicia y solidaridad. Programa que concitaría, a partir del voto, un compromiso de la mayoría de la sociedad, a respaldarlo con todas sus fuerzas y capacidades
Frente a este desafío, como organismo ecuménico de los derechos humanos, afirmamos:
1º. Que el país necesita urgentemente un cambio cualitativo. Ya no alcanzan los retoques superficiales o cosméticos. El gobierno que viene tendrá que enfrentarse con problemas cruciales: la situación moral desastrosa que ha creado un clima de indignación y rebeldía, que ya no se puede satisfacer con promesas electoralistas, ni detener con amenazas y modernos aparatos represivos. Por eso será responsabilidad de los nuevos gobernantes que elijamos ir a la raíz de los problemas que afligen a nuestro pueblo, para atacarlos con verdadera seriedad y profundidad. Solo gobernantes con esa visión y convicción podrán encarar una verdadera reconstrucción moral y social de la familia argentina, que por el camino actual solo se dirige a su desintegración o a nuevas formas de autoritarismo o dictadura.
2º. Que el país reclama una depuración de las instituciones del estado que garantice no solo la sana y segura convivencia de la ciudadanía, sino también las integridad e independencia de la justicia; así como también la paulatina limpieza y re-educación de las fuerzas policiales, para que puedan desempeñar su genuina función, en defensa del pueblo. En el mismo sentido, la fuerzas armadas deben avanzar en su autoexamen y autodiciplina, para recuperar su perdida moral sanmartiniana y ajustarse exclusivamente a la responsabilidades y tareas que le asignan la constitución.
3º. No pueden dejar de encararse en el nuevo periodo que se aproxima una verdadera reforma carcelaria. En este sentido vamos con profunda preocupación que aparentemente se esta llevando adelante en silencio algo, que pareciera ser todo lo contrario a lo que anhelamos: nos referimos concretamente a la privatización del sistema penitenciario. Lo mas preocupante de este proceso es que un hecho tan sensible y serio, que afecta profundamente a la justicia y a la convivencia misma de los ciudadanos, en ningún momento fuera debatido públicamente y eventualmente aprobado, como corresponde, mediante un amplio consenso social. No fueron hechos publicas debidamente ni los pliegos de construcción de los nuevos institutos carcelarios ni mucho menos la reglamentación jurídica que regiría en un eventual privatizado sistema penitenciario.
Somos pues obligados a manejarnos con suposiciones, que alcanzan sin embargo
para levantar preguntas y dudas mas que inquietantes: ¿Con la privatización
del sistema carcelario el estado esta entregando a terceros el monopolio de
la violencia, que solamente él está llamado a ejercer?, ¿Ante quiénes sería
exigible la responsabilidad por el cumplimiento de las condiciones que la Constitución
Nacional y los pactos internacionales de derechos humanos establecen respecto
a la situación de reclusión carcelaria?, ¿Las versiones privadas que actualmente
se están realizando para la construcción de nuevos institutos penales serán
en el futuro el bienvenido argumento para maximizar las ganancias posibles atravez
del nuevo "negocio carcelario"?.
¿Será la "oferta de lugares" de reclusión garantizada por empresas privadas
la que rija la "demanda" de cadenas por parte de la justicia, a fin de hacer
rentables las inversiones ya realizadas en la construcción y el necesario armado
de empresas de servicios varios como por ejemplo los de catering, seguridad,
salud, trabajo, etc.?
¿Será la privatización del sistema carcelario sólo el consecuente y necesario
segundo paso que sigue al establecimiento y la "legitimación" de múltiples empresas
de seguridad privada, que levantan no pocas sospechas de ser simplemente cobertura
y refugio de represores de la época del terrorismo de estado.?
Exigimos pues hacer públicos ya todos los aspectos relacionados con una eventual privatización del sistema penitenciario, a fin de posibilitar un debate amplio en la sociedad de una temática -ante todo en estos tiempos de pauperización y exclución- la afecta, en su totalidad y en lo mas profundo.
4º. Que el país exige una economía al servicio de los seres humanos, y no un pueblo crecientemente empobrecido y sometido a la dictadura y el fundamentalismo del mercado, que sigue utilizando los mecanismos de una inmoral deuda externa, como tributo que asegura la perpetua dependencia de la nación. La liberación de esas cadenas que nos impiden una vida plena, debe ser hoy, como en mayo de 1810, desideratum y meta de nuestro pueblo y de todo gobierno que se proponga representarlo. A esa misma liberación y consecuente recuperación de la dignidad humana debe apuntar la política exterior de un nuevo gobierno, que ponga fin a la bochornosa política de "relaciones carnales" que nos ha atado a los interés y aventuras de la mayor potencia militar e imperial de la tierra.
5º. Todo esto exige una clase política nueva o profundamente renovada, conforme a principios éticos que deben ser sagrados, para generar una nueva confianza en nuestro pueblo, hartos de dobles discursos, cinismos, Hipocresías y frustraciones sin términos, salvo minorías escandalosamente privilegiados. Sin este este cambio cualitativo, no hay posibilidad de un nuevo periodo constitucional caracterizado por la justicia, la transparencia y honestidad, una actitud de coherencia y dignidad en el concierto de las naciones del continente y del mundo, y una creciente vigencia de todos los Derechos Humanos, para todos los ciudadanos y extranjeros que habiten esta bendita tierra que Dios nos ha dado para cuidar, cultivar y compartir con la misma sabiduría y generosidad con que El nos la ha confiado.
Como organismo de Derechos Humanos, nos comprometemos con todas las Iglesias que la integran, a velar y cooperar con nuestro apoyo, nuestras criticas constructivas y nuestro servicio, con las nuevas autoridades gubernamentales que nuestro pueblo libre y responsablemente elija, manteniendo siempre presente las palabras proféticas de ese gran presidente contemporáneo, Nelson Mandela, cuando advirtió a sus pares Latinoamericanos:
"Si no hay comida cuando se tiene hambre,
Si no hay medicamento cuando se esta enfermo,
Si hay ignorancia, y si no se respetan los derechos elementales de las personas,
la democracia es una cascara vacía,
aunque los ciudadanos voten y tengan parlamento."
Palabras que parecen un eco de la vos de Isaías, ocho siglos antes de Jesucristo, cuando proclamaba:
"El poder creador del Señor vendrá de nuevo sobre vosotros,
y el desierto se convertirá en tierra de cultivo...
la rectitud y la justicia reinaran en todos los lugares del país,
La justicia producirá paz,
tranquilidad y confianza para siempre.
Y mi pueblo vivirá en un lugar pacifico,
en habitaciones seguras, en residencias tranquilas" (Is. 32:15-18). Que así
sea!
Por la asamblea general del MEDH
José C. Paz 27 de Mayo de 1999