Carta desde Belgrado
CIUDAD BLANCABELGRADO
Silvia Monros de Stojakovic
Belgrado, 2 y 3 de abril de 1999
2 de abril de 1999 ·· Ése es el significado del topónimo Belgrado.
Belgrado es una ciudad que cada invierno efectivamente se pone
toda blanquita con los primeros copos de nieve. Es asimismo la
capital de un país soberano y europeo.
Desde hace varios días, y sobre todo noches, esta ciudad viene
siendo ferozmente bombardeada. Lo mismo que otras muchas
ciudades de Yugoslavia. Pero Belgrado ha venido siendo destruido
un sinnúmero de veces a lo largo de su milenaria historia, ya en
tiempos romanos, cuando se llamaba Singidunum. Siempre ha
estado en medio del camino de los conquistadores, yendo en su
marcha semitriunfal del Oeste al Este, como del Este al Oeste.
Así, incluso antes de que fuera declarada, al propio inicio de la
Segunda Guerra Mundial, Belgrado fue bombardeado por los
aviones del Tercer Reich alemán. Una vez terminada la mayor
guerra jamás conocida por la humanidad, en la que Yugoslavia
participó para defenderse en contra de los agresores, Belgrado fue
bombardeado de nuevo, por si acaso. Y por los Aliados.
Ahora lo vuelve a ser, y yo vivo en esta ciudad. Nací en Buenos
Aires, otra ciudad mítica; mi primera ciudad. Pero desde hace
muchos años vivo en esta ciudad blanca, con mis hijos y mi
esposo. Cuando debido a la situación actual mis compatriotas,
preocupados, desde la Argentina me preguntan dónde se
encuentra mi casa, yo les contesto que mi casa se encuentra
junto a otras casas. Que en esas otras casas se encuentran otras
personas. Bebés, gatos, perros. Libros, discos. "El Principito";
Billy Holliday.
Como otros muchos amigos sensatos y de buena fe, esos
compatriotas se dan cuenta que la verdad oficial que se les ofrece
encaja en forma demasiado estridente como para que sea
fidedigna. Saben que debe haber otras respuestas a los
acontecimientos que están teniendo lugar sin precedentes, pero no
saben por dónde empezar a buscar las preguntas¿Qué pasa en
Kosovo? ¿Dónde queda eso? ¿Por qué Milosevic es tan malo?
Todos los serbios son así, ¿no?
En nombre de la sensatez, de la amistad y de nuestro efímero
paso por la Tierra, en tanto todavía tengo agua potable y corriente
eléctrica, voy a tratar de aclarar ciertas nociones desde adentro.
Todos quienes hayan estado en este pequeño pero hermoso país
de gente hospitalaria pero orgullosa, convendrán que en mi versión
privada no exagero. Por lo contrario, me abstengo al máximo de
describir el estado de ánimo en que nos encontramos en estos
instantes en que, en pleno fin de siglo tecnológico --en vísperas de
un milenio sin fronteras físicas-- ya ni para hacer cola podemos
salir a la calle; ya ni podemos conciliar el sueño entre sirenas y
detonaciones. Hasta ahora, desde las alturas celestiales ya han
caído 230 gramos per capita de explosivos positivamente
prohibidos; hasta ahora, son más de cien las escuelas primarias
bombardeadas. En estos instantes, en que antes de morir
arbitrariamente ya no podemos vivir como seres humanos.
Si mi hija está fuera de casa, por ejemplo, aunque no quiera se me
acalambra el estómago y se me deforma la cara pensando que
sería mejor que estuviera en casa cuando toque la sirena. Cuando
toca la sirena de alarma, me quedo sin aliento pensando que quizá
hubiera sido más prudente que no estuviera en nuestro tercer piso
con nosotros, mi esposo y yo, pero nos quedamos en este piso.
Porque si destruyéndolo se perfecciona la Democracia, pues que
me apunten el cohete ahí nomás. Total, yo sólo me dedico a la
literatura; a establecer puentes de comprensión mutua
escribiendo, así como traduciendo lo que autores como Cortázar o
Borges ya han escrito.
Si hablo de las idas y venidas de mi hija, con instintos
afortunadamente sanos, pero ya verde en el rostro de enormes
ojos azules, y ya con temblor en sus manos de bonitos dedos
largos y finos, es porque mi hijo está cumpliendo el servicio militar,
o sea que ni puede venir ni puede salir. Lo está cumpliendo porque
ése es su deber y lo cumple honestamente, no porque le guste
obedecer órdenes en principio idiotizantes, y menos aún por el
gusto de perecer como agresor en su propio patio. Este soldadito
hijo mío, para colmo de lo paradójico, hubiera podido ser
compatriota del Secretario General de la OTAN si yo, como madre
suya de origen español, me hubiera dado cuenta a tiempo que el
que otrora encabezaba las manifestaciones en contra de esa
maquiavélica organización, iba a convertirse en su más ferviente
mercenario.
En fin, Kosovo es una provincia al sur de Serbia que fue la cuna de
la vida espiritual y de la estatalidad de los serbios. También está
poblado por ciudadanos de nacionalidad albanesa. Dicha etnia
gozaba del nivel más elevado de autonomía, comparándolo en
términos objetivos con las normas en vigor. Siendo el anhelo
decimonónico de los albaneses de Kosovo unificarse con su patria,
desde que la misma ya no está agazapada en los refugios
subterráneos del país más impenetrable del Viejo Continente, su
separatismo se ha vuelto más virulento. Son los serbios los que
han tenido que ir abandonando sus hogares en Kosovo. De ahí el
que ahora los albaneses constituyan la población mayoritaria.
Un alumno serbio de una escuela primaria en Kosovo se ganó
recientemente el primer premio de poesía entre colegas adultos.
Como invitado de honor, vino de Kosovo a la ciudad del certamen.
Allí le pidieron que escribiera una composición acerca de la ciudad
anfitriona que otorgaba el premio mencionado. El chico escribió
que, viniendo de Kosovo con su mamá, ella no se podía creer que,
caído el atardecer, se podía salir de la casa. Que mientras todavía
viajaban en ómnibus por Kosovo, tanto la madre como él iban
agachados en sus asientos para no ser apedreados. Y que ya en
la ciudad del premio, a la madre le bastó ver a otros ninos riéndose
despreocupados para sentirse colmada.
Kosovo queda, pues, al sur de la República de Serbia, que junto
con Montenegro constituye Yugoslavia. Un Estado fundador de las
Naciones Unidas. Milosevic es en la actualidad su presidente.
Podríamos decir que no es mejor ni peor que otros muchos
colegas suyos de orientación populista y fallutera. Pero cuando
hace tres inviernos estuve paseando diariamente por la Ciudad
Blanca, junto con unos 600.000 conciudadanos, pronunciándome
en contra de la estafa electoral de la que la conciencia cívica fue
objeto después de habernos quedado sin pasado, sin futuro, sin
ahorros y sin trabajo, en buena parte por culpa de su mala política;
cuando no quisimos quedarnos para colmo sin dignidad, sin la
posibilidad de mirarnos a los ojos sin enrojecer en medio de la
blanca ciudad, obligatoriamente tengo que observar que ningún
miembro de la famosa comunidad internacional vino a ayudarnos.
Nadie nos prestó ayuda, mientras manifestábamos paseando a
diez bajo cero; nadie nos ayudó a sacarnos de encima al señor
que evidentemente tampoco a nosotros acaba de gustarnos. Por
eso me veo tentada a concluir que este señor --impermeable,
irrompible y amiantado-- muy bien podría ser, cual el AIDS, otro
producto superior de los Sofisticados Laboratorios de Pretextos.
En tanto él esté en el poder, el supernegocio bélico puede seguir
adelanteen tanto Milosevic siga vivito y coleando, se podrán
seguir vendiendo pistolas herrumbradas, medicamentos rancios y
diplomáticos decrépitos.
Como lo explica una poetisa belgradense amiga mía en EE.UU.,
antiguamente Hollywood producía actores más irresistibles, como
por ejemplo Marilyn Monroe, James Dean o Boggie. Ahora su
producción se reduce a la Monica y a Slobodan Milosevic. A este
último los yanquis lo promovieron cuando impusieron sanciones
hasta entonces inauditas al pueblo de este país; fue entonces que
lo convirtieron en protagonista de la película en que sin el malo no
hay acción. Sin acción no hay venta en la taquilla. Por supuesto,
de vez en cuando se dan ciertas excepciones. "Shakespeare in
Love". Y "La vida es bella".
Un amigo de mi hija, que vive en la zona más afectada de la
ciudad, le dice a su hijito, "No, tesoro. No son misiles. Son fuegos
artificiales". Milosevic, con o sin éxito de taquilla, ya se ha
enriquecido y ha empotrado a toda su familia en la nomenclatura
estatalestamos a la altura de la acumulación primaria. Pero por si
eso no fuera suficiente, en nombre de muchas palabras con letras
mayúsculas, al prójimo concreto desde hace ya muchos años se
lo hace retroceder a la cavernaa mí, a los míos, a los nuestros, a
los inocentes; a los conscientes se nos apaga la luz, la
calefacción, el combustible, los remedios.
Acaso se considera que cuando salgamos del túnel como
zombies, estemos más capacitados para los nobles ideales de la
Humanidad. Admito que no he podido ensanchar mis horizontes
mientras me pasaba medio día en la tienda para comprar levadura.
En tanto que, estando en esa tienda por la levadura, en la otra me
quedaba sin harina; admito que en el intento de amasar el pan
nuestro de cada día, sin ingredientes, no logré captar el mensaje
tendente a hacerme más generosa y democrática, a oscuras y sin
calefacción. Sin suficientes tapados como para calentar a los
recién nacidos en las maternidades congeladas. Sin tiempo
adicional para cubrir por lo menos con cariño a los enfermos en los
hospitales, puesto que tenía que pasarme las horas en tentativas
para salvar a mis propios cachorros de hombre, igualmente
inocentes. Mis cachorritos --mis hijos; mi razón de ser-- son
desagradecidos, comodones e irrazonables, tal como la política es
sucia ya de entradas y corruptible por naturalezatodo son
tópicos.
Sin embargo, una cosa es la política y la otra el crimen. Una cosa
son las edades de cada uno de nosotros; otra es la de la índole de
los intereses sin piedad. Yugoslavia nunca atacó a nadie; tiene
una docena de millones de habitantes, y todos están, en la medida
de que además del pie clavado al suelo no se les haya atado la
mano, siempre dispuestos a tenderla a quienquiera esté en
apuros, o sencillamente se muestre como interlocutor imparcial.
Hablando pues de Milosevic, serbios, geografías y otros tópicos,
cabe destacar que desde el fin de la división bipolar del mundo,
esta parte suya se ha venido desmoronando sistemáticamente.
Para que otro señor, más inmaduro aun e igualmente sediento de
poder, pase a ser el amo del mundo no bien desde aquí se trague
a Rusia tras haberse deshecho de los serbios, que como los
indígenas americanos, sólo constituyen un estorbo para el
Progreso. Los demás, sometiéndose al Nuevo Orden Mundial,
consiguieron sus ridículas independencias, los créditos suficientes
para poder consumir la Coca-Cola, y olvidarse beatamente de que,
como precisamente dijera un escritor norteamericano, las
campanas no redoblan sólo por mí.
En estos instantes, en que vuelvo a oír la nefasta sirena --y cuando
mezquinamente pienso en el libro que tenía que aparecerme la
semana pasada, así como en la cuenta de la electricidad que no
podré pagar porque hace rato que la economía está alterada
debido al embargo, no obstante lo cual la República Federal de
Yugoslavia está acogiendo a más de un millón de refugiados de la
antigua Yugoslavia desmembrada-- en estos instantes las
campanas redoblan por todos los que, cual piezas de dominó, van
a caer como cayeren cantidades de civiles en Panamá. O en
Granada. Allí estuvo en misión de paz el mismo señor Walker que
ahora está en Kosovo.
Pienso en la violación del Derecho Internacional; en el retorno a la
barbarie. En la Carta de la ONU, y en su delicada posiciónsu
Secretario General debe atenerse al dictado de su mayor deudor.
Su mayor deudor es la mayor potencia. El prototipo del mundo
libre. Y del Pato Donald.
En estos instantes en que en realidad apenas si puedo pensar, en
varias cosas pienso. Pienso en una ciudad blanca. Antes de acaso
desaparecer, en una ciudad como cualquier otra. Incluso blanca.
Beograd.
3 de abril de 1999 ·· Esta noche, Belgrado ha sido bombardeado
en pleno centro. De todas maneras, este mediodía iré a la Plaza
de la República, donde miles de nosotros cantamos por la paz
aunque esos mítines luego se presenten por las televisiones
extranjeras como una danza bélica por la euforia de haber
asesinado a los varones albaneses, ya que en esos reportajes sólo
muestran a las mujeres y a los niños. Los cuales se refugian en
los monasterios ortodoxos serbios. De las bombas de la OTAN
(varias de las cuales prohibidas por todos los convenios
internacionales). Lamentablemente, también los monasterios son
bombardeados. Las escuelas primarias (mas de 120), los
puentes...
Todo en nombre de la Democracia. El planeta a la merced de un
engranaje bélico sobrenatural, encabezado por un embrión
delirante.
Si ello por lo menos sirviera para que en el milenio sin fronteras
físicas las relaciones entre los pueblos dejaran de basarse en la
podredumbre del chantaje y la lógica, "bueno, con tal de que a mí
me den trigo; o créditos; o un puesto en el Consejo de Seguridad,
pues que sigan bombardeando..."
Quizá los únicos que puedan parar a los yanquis sean los propios
norteamericanos. En Belgrado estuvieron los rusos, los
representantes de la Santa Sede, el líder de los albaneses de
Kosovo, y nadaayer, en Viernes Santo, las madres con sus
recién nacidos tuvieron que evacuarse, porque varias maternidades
están en las inmediaciones de la zona bombardeada.
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