Salto a la barbarie ?


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Posted by Las farT (ejército CONTRA el Pueblo) on January 26, 19102 at 18:00:17:

EDITORIAL
Un salto a la barbarie

La ofensiva de las Farc debe unir a todos los colombianos contra la amenaza que el terrorismo desbocado significa para la
sociedad.

Con el atentado a una de las válvulas del sistema de embalses que surte de agua a Bogotá, en una acción que desconoce las
más elementales normas del Derecho Internacional Humanitario, las Farc parecen haber decidido cruzar la borrosa línea que
hasta el domingo todavía las separaba de ese grupo de organizaciones terroristas que no reparan en las consecuencias de sus
actos, así haya civiles de por medio. Y aunque no sea menos grave la voladura de una veintena de torres de energía en lo que
va del año, el empezar a golpear las fuentes de un líquido vital para millones de ciudadanos muestra un preocupante patrón
de conducta que equivale a un salto demencial de las Farc en la guerra que le han declarado a la sociedad entera.
Quisiéramos pensar que la bomba que mató a cuatro policías y una niña de cinco años, ayer en el barrio Fátima de Bogotá, no
fue el comienzo de la 'escobarización' de las Farc.

Ningún colombiano, ni siquiera aquellos que firmarían sin pensarlo muchas de las propuestas de reformas políticas y sociales
de las Farc, simpatiza con la destrucción sistemática de la infraestructura pública que se ha levantado con enormes sacrificios.
Al acuerdo que permitió revivir el agónico proceso de paz, gracias al salvador empujón de la comunidad internacional, las Farc
respondieron con una inusitada y brutal ofensiva terrorista que poco a poco va cerrando los espacios para una negociación
política.

El alivio con el que la ciudadanía recibió el acuerdo de Los Pozos y que apunta a trabajar gradualmente en la disminución del
conflicto armado ha sido reemplazado por la angustia, el estupor y la rabia que despierta la arremetida de las Farc. Los
anhelos desesperados de paz de una sociedad que ha sufrido en carne propia la soberbia armada de esta guerrilla, no puede
llegar al punto de que los colombianos podamos entender que mientras se habla de paz en un territorio despejado, las Farc
estén dedicadas a echar al suelo, a punta de bombazos, torres, puentes, viaductos o represas.

La destrucción de la válvula de la presa Golilla, del sistema de Chingaza, constituye un retroceso hacia las formas más salvajes
de lucha, que la humanidad condenó hace mucho tiempo y que están proscritas expresamente por el derecho humanitario. El
que las Farc apelen a éstas, plantea inquietudes muy serias sobre la estrategia, las pretensiones y la orientación (o
desorientación) de esa guerrilla. También permite deducir que las recalcitrantes líneas militaristas -¿o terroristas? - de las Farc
se han impuesto sobre sus sectores más pensantes y políticos. ¿O es que estos últimos avalan las recientes acciones?

No tiene sentido que mientras el Gobierno, acompañado por la comunidad internacional, se empeña en enderezar el
maltrecho proceso de paz, las Farc hagan todo lo posible por frustrar la negociación una vez más. Pues no otro es el resultado
de sus criminales acciones, que contradicen los compromisos firmados, contaminan el ambiente del diálogo, ponen en una
situación muy incómoda a los países amigos que lo están acompañando de buena fe y suscitan el rechazo cada vez más
airado de la sociedad civil.

Las manifestaciones de este rechazo se hacen cada día más evidentes. La ciudadanía del Meta, con su Gobernador a la
cabeza, hará la próxima semana una masiva jornada de protesta contra la violencia guerrillera que tiene en la oscuridad y
atemorizado a ese departamento. La voladura de 19 torres, la quema de decenas de vehículos en la red vial que comunica a
los Llanos con el centro del país, la destrucción del puente Alcaraván y la amenaza de un paro armado agotaron la paciencia
de los llaneros. Lo mismo está ocurriendo con la del resto del país.

Hay que llamar la atención sobre lo fácil que resulta acusar a las Fuerzas Militares de incapacidad para enfrentar la oleada
terrorista. No hay que caer en estos momentos en el peligroso juego de darles palo a los militares. Si algo han demostrado, es
su vocación civilista y su inobjetable inclinación a la obediencia a la máxima autoridad civil. No es fácil prevenir los desafueros
de un terrorismo desatado por pequeñas unidades de las Farc, y aunque se puede exigir mejor inteligencia y capacidad de
reacción, ante lo que está el país es ante una guerrilla con una enorme capacidad de hacer daño pero sin norte político,
despojada de todo apoyo nacional e internacional y con pocas intenciones de renunciar a la repugnante credencial del
terrorismo indiscriminado.

Ni el Gobierno, ni las Fuerzas Militares, podrán contrarrestar esta oleada de terror sin el apoyo unánime y decidido de toda la
población. Es un apoyo que debe manifestarse, ahora más que nunca, con la más enérgica expresión de rechazo a la
violencia, que en sus formas más descabelladas y oscuras amenaza de nuevo la integridad de la Nación.


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