Posted by Arcadio Ventura on April 24, 19102 at 07:43:52:
Abril 24 de 2002
Visas y más visas
Héctor Abad
hectorabad@columnist.com
Panamá, que hasta 1903 fue un departamento de Colombia, está considerando la posibilidad de exigirnos visa para poder entrar al istmo; Ecuador, que hasta 1830 formaba parte de la Gran Colombia, está haciendo lo propio; Costa Rica, quizá el país americano que más inversiones privadas colombianas ha recibido en los últimos decenios, está también al borde de exigirnos visa. El cerco está creciendo; parecemos sitiados: pocos entran, y cada vez menos gente puede salir.
Hace exactamente un año algunos escritores, acompañados por el pintor Fernando Botero, le mandamos una carta al Gobierno español en la que protestábamos por la actitud de España (tibia, abstencionista, complaciente) dentro de la Unión Europea, en su política de visas contra los colombianos. Mientras en la península hubo grandes apoyos a nuestra protesta, el Gobierno colombiano, y no pocos intelectuales y periodistas locales, celebraron la imposición de esa visa como algo inevitable. Ungidos por una especie de culpa colectiva, caían en un razonamiento tristísimo: cualquier castigo nos lo merecemos, pues al fin y al cabo los colombianos somos delincuentes, guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares, ladrones y mafiosos. Desde hace algún tiempo, el historiador Eduardo Posada Carbó viene dando muy buenos argumentos en contra esta absurda primera persona del plural, por la que todos los colombianos nos declaramos lo peor del mundo.
“Nosotros somos corruptos, nosotros somos violentos, nosotros somos mafiosos...” Pues no. Nosotros es mucha gente. Habrá y hay colombianos así, pero no hay derecho a que 40 millones de personas nos dejemos encasillar dentro del grupo de los apestados. Este devastador complejo de inferioridad (complejo de HPs, le decía Fernando González) ayuda a provocar semejante desastre.
En estos días, por ejemplo, la prensa local no ha hecho otra cosa que repetir como lorita boba un despacho de las agencias internacionales: “Holanda, primer país del mundo en legalizar la eutanasia.” Pues no. Este país tropical, este atrasado santuario de criminales (según dicen) que se llama Colombia, tiene el honor de haber sido el primer país del mundo en despenalizar la eutanasia. No fue la cultísima Holanda, porque resulta que aquí también hay cultísimos juristas libertarios. También nos ponemos dichosos porque en Nueva York hay campañas para que se legalice el consumo de marihuana y cocaína; y aquí es legal hace años, por fortuna, y también por la acción independiente y valiente de la Corte Constitucional. Resulta curioso que cuando algo bueno se emprende aquí es vergonzoso, pero cuando Holanda lo hace es un milagro de la civilización.
No hay derecho a que 40 millones de personas nos dejemos encasillar dentro del grupo de los apestados.
Es por culpa de la actitud vergonzante de muchos que el mundo no se entera de que este país podrá estar viviendo un período violento y desquiciado, pero no por esta situación se ha terminado la capacidad de miles de personas en este país de ser sobresalientes y creativas en muchos campos. Colombia es, ante todo, un país muy complejo, que no puede definirse con fáciles estereotipos. Aquí hay, quién lo niega, puntas de barbarie, pero también puntas altísimas de maravilla. No nos podemos dejar colgar letreros de mafiosos ni de secuestradores ni de asesinos. Hubo un día, y ese día tendrá que volver, en que el nombre de Colombia no se asociaba con el polvo blanco de la cocaína sino con la bebida maravillosa que inventaron los árabes y que aquí se cultiva con la mayor perfección: el café. Ha habido momentos en que nuestro nombre no era sinónimo de secuestros ni de bombas guerrilleras ni de masacres paramilitares, sino de estupendas creaciones artísticas. Ese momento tiene que volver porque nuestra vena creativa no se ha extinguido. Para que vuelva, obviamente, necesitamos gobiernos dignos y ciudadanos dignos, que no se dejen meter en el mismo costal de la decadencia.
Sin hacer comparaciones molestas ni quitarles méritos a Ecuador, Panamá y Costa Rica, creo que Colombia tiene todo el derecho a no dejarse situar en el último escalón de América. No podemos agacharnos siempre, y dejarnos pisotear por todos, simplemente porque algunos bárbaros nos hacen meter la cola entre las piernas con sus bombas y masacres. Va siendo hora de que, sin patrioterismos decimonónicos, pero también sin complejos de apestados, recordemos los actos de tantos colombianos que pueden rescatar nuestro orgullo y nuestra dignidad.
Cada cual en su campo (la industria, los deportes, las artes plásticas, la ingeniería, la medicina, la música, el teatro, las matemáticas) lo podrá decir. Yo en el campo que mejor conozco (la literatura, las publicaciones literarias, las editoriales, las librerías) les puedo asegurar que estos últimos países que hoy intentan menospreciarnos con visas, están muchísimo más atrasados que Colombia. No se trata de chovinismo ni de arrogancia; pero no podemos agachar siempre la cabeza; de vez en cuando hay que poner las cosas en su sitio.
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