Posted by Artículo de James Petras. Alberto (sí, el Alberto de siempre) on April 11, 19102 at 23:17:02:
Colombia cuenta con el movimiento guerrillero más desarrollado de América Latina y, probablemente, del mundo. A diferencia de lo que ha ocurrido en el resto del continente, donde los movimientos guerrilleros fueron aplastados o asimilados por los partidos parlamentarios liberales, la guerrilla colombiana ha incrementado su influencia en nuevas regiones y ha conseguido un significativo apoyo popular entre el campesinado al tiempo que ha aumentado su fuerza de fuego militar.
A pesar del desdén y/o el desinterés internacional, las guerrillas gozan de un alto grado de legitimación a nivel local y regional. La mayor parte de movimientos guerrilleros, especialmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), protegen a los campesinos de la depredación de los militares y los terratenientes y respaldan el cultivo de alimentos y los servicios sociales. Aunque históricamente las FARC estaban influidas por el marxismo soviético, hoy, su principal compromiso es con la lucha campesina por la reforma agraria y la transformación democrática. La cúpula dirigente de las FARC continua estando fuertemente influenciada por la ideología marxista y sigue estando encabezada por el legendario líder Manuel Marulanda "Tirofijo".
En las FARC, militan unos 13.000 guerrilleros armados y varios cientos de miles de activistas civiles, en su inmensa mayoría campesinos. Los otros tres grupos guerrilleros son mucho menores y suman un total aproximado de 4.000 combatientes armados. Observadores bien informados estiman que la guerrilla está presente en 500 de los 1.000 municipios del país y que está fuertemente arraigada en las regiones más productivas, incluidas las del café, las bananas y petróleo. Las FARC han construido pacientemente la base de su poder siguiendo un plan estratégico preciso: la acumulación de poder local. El inicio de la lucha guerrillera de las FARC se remonta a finales de los años 40 hasta hoy.
A semejanza de los demás movimientos de base campesina, las guerrillas colombianas reciben poco o ningún apoyo de los estudiantes universitarios y de los intelectuales, quienes, en un principio, se unieron mayoritariamente al M-19 (Movimiento 19 de Abril), un grupo ex- guerrillero disuelto en una coalición electoral. El casi 20% de votos conseguidos inicialmente se disiparon con la llegada del régimen neoliberal de Gaviria. Ahora, son una fuerza política insignificante y su antiguo candidato a la presidencia, Antonio Navarro Wolf, es alcalde de una pequeña ciudad cercana a la frontera con Ecuador.
A partir de los últimos meses de 1995, las FARC comenzaron a conseguir partidarios significativos y a meterse progresivamente en los principales centros urbanos como resultado de varios factores.
El primero lo constituyen las profundas divisiones en el seno de la élite del poder y entre el presidente Samper y Washington. Estados Unidos emprendió una gran campaña política y diplomática para forzar la dimisión de Samper alegando que el presidente estaba relacionado con los cárteles de la cocaína. Este asunto, a su vez, dividió al Congreso, al Partido Liberal, en el poder, y al Ejecutivo.
El régimen se debilitó políticamente y llevó a Samper a poner en marcha una campaña de erradicación de cultivos de coca contra cientos de miles de productores. Dicha acción contribuyó a radicalizar la postura del campesinado y a consolidar sus vínculos con las FARC, que así contaron con un mayor número de adeptos políticos y militares.
El tercer factor es la tendencia de las compañías petroleras a "contratar" unidades del Ejército mediante el pago de "honorarios" a sus oficiales para proteger los oleoductos de los ataques de la guerrilla. El resultado es que cada vez hay menos unidades de élite disponibles para hacer frente a la guerrilla.
Finalmente, el desmembramiento de los viejos cárteles ha llevado a una mayor competencia entre los nuevos traficantes, los militares y los funcionarios a la hora de repartir el pastel. En este contexto de condiciones óptimas para el crecimiento de la guerrilla, las FARC han sido capaces de cortar carreteras, interrumpir el transporte de alimentos a Bogotá y actuar a escasos 45 kilómetros de la capital. Esta ha sido la penetración más osada de la guerrilla en 30 años de enfrentamientos y refleja el creciente poder político y social de las guerrillas campesinas.
Si este proceso de división y fragmentación en la cumbre prosigue y se persiste en la política de erradicación anticampesina, es posible que el régimen neoliberal se vea sometido a una dura prueba en un futuro inminente.
Colombia podría protagonizar la primera revolución campesina con éxito desde la guerra de Vietnam.