Posted by Arcadio Ventura on February 26, 19102 at 13:09:31:
Febrero 26 de 2002
La guerra
Mauricio Vargas
mvargas@cambio.net.co
En Colombia nadie necesitaba las pruebas que exhibió el miércoles en la noche el presidente Andrés Pastrana, para convencerse de la necesidad de romper el fallido proceso con las Farc y dar por terminada, esa misma noche, la vigencia de la zona de despeje del Caguán. Desde hacía varias semanas, los vampiros sedientos de sangre de ese grupo terrorista habían copado la paciencia de millones de compatriotas, al acumular los más atroces crímenes, en una escalada que no hizo excepciones ni con los niños, ni con los ancianos ni con las mujeres embarazadas. Una guerra que jamás ha sido contra la oligarquía –que tiene dentro y fuera del país dónde y cómo refugiarse– sino contra los colombianos más pobres, más humildes, más desprotegidos.
A lo largo de sus ya más de 40 años de existencia, las Farc les han hecho más daño a los estratos bajos que cualquier política económica, incluso la más desastrosa. Nadie en estos años ha producido más destrucción, más miseria, más desplazados, más lisiados, más niños sin padres y sin escuelas, más padres sin hijos y sin trabajo, que esa caterva de facinerosos que, irrespetando la tradición de verdaderos soñadores como Ernesto Che Guevara, insisten en hacerse llamar guerrilleros.
Por eso, lo que se está presentando en Colombia es un auténtico levantamiento popular, pero no contra el establecimiento político y económico –por más incompetente y corrupto que este sea– como lo habían deseado por décadas las Farc. Se trata de una insurrección justamente contra Tirofijo y cía., contra los violentos que se han apropiado de una vocería popular que nadie jamás les otorgó y que hoy 40 millones de colombianos les niegan de plano. En esa medida, lo que el presidente Pastrana hizo el miércoles en la noche no fue más que subirse, casi de último, en el tren de la historia, que estaba a punto de dejarlo botado a la vera del camino. Lo hizo por cierto con un muy buen discurso en el que pasó la factura de tanta generosidad, tanta amplitud, tantos excesos que le ganaron a la vez la impopularidad interna y la respetabilidad exterior en estos años.
Que la oligarquía que nunca fue capaz de alzarse contra la guerrilla como hoy se alzan las clases media y baja, también diga presente.
Lo que sigue es lo más duro. Vienen meses, seguramente años, de grandes sacrificios, de valor, de entereza, de coraje. Lo que demanda el momento histórico es grandeza y un liderazgo fuerte, descontaminado, libre de ataduras de corrupción, que tenga gracias a ello toda, absolutamente toda la legitimidad para encabezar esta insurrección contra los hampones que anidaron en el Caguán. No puede pretender ese liderazgo quien haya servido desde el poder a un régimen corrupto, quien lo haya defendido con instrumentos corruptos, quien siga montado en el aparato corrupto de las maquinarias y de los caciques que ahora no sólo saquean el tesoro público, sino que asesinan –bajo la protección de jefes politiqueros como los de Caldas– a los periodistas que denuncian la corrupción.
Necesita Colombia apoyo internacional, lo mismo para dotar a las Fuerzas Armadas que para paliar los efectos sociales del conflicto. Que Estados Unidos no se haga ahora el pendejo. Él, que tanta culpa tiene de lo que está pasando pues sus millones de consumidores de cocaína y heroína son los que financian el terrorismo, deben decir presente. Lo mismo los países europeos, cuyos embajadores se apresuraron a salir en la foto de un arreglo cuyo espíritu las Farc incumplieron desde el primer minuto sin que esas violaciones despertaran en esos pantalleros de la diplomacia protesta alguna.
Si su doble moral de fabricantes de armas que predican la paz sin sonrojarse, no les permite ayudar a dotar a las Fuerzas Armadas, entonces que los europeos se vuelquen a brindar apoyo a las víctimas de la guerra. Eso sería bastante, aun si es demorado como sucede siempre con la chequera de la Unión Europea.
Y en el frente interno, que la oligarquía que nunca fue capaz de alzarse contra la guerrilla como hoy se alzan en resistencia civil las clases media y baja, también diga presente. Que no pague más secuestros. Que aporte su apoyo económico al esfuerzo militar y que contribuya con su comportamiento productivo, con su fe en un país que le ha permitido forjar sus fortunas, a que Colombia aguante, como de hecho ha aguantado, en medio de la guerra. Que no se largue para Miami, que resista, como resistimos desde hace años millones de colombianos que no nos vamos a dejar quitar este país.
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Comentario de Arcadio ventura: El dueño mayoritario y miemnbro del consejo editorial de la revista Cambio, es Gabriel García Márquez, a quien dificilmente se le podrá catalogar como miembro de la mas "rancia" oligarquía colombiana, mucho menos el autor del presente escrito. A lo mejor el nóbel, ya con plata,se "torció".