Posted by La ridiculeces de la educación cubana y la economía comunista on February 08, 19102 at 17:40:37:
In Reply to: Ya no solamente el pueblo de Colombia esta CONTRA las FARC, ahora el pueblo venezolano también se está pronunciando contra las FARC y sus relaciones con CHAVEZ posted by Arcadio Ventura on February 08, 19102 at 05:47:48:
Pronto habrá en Cuba un médico por cada habitante.
O un graduado por cada habitante (incluídos los recién nacidos)
Pero como toda economía fundamentalista, a más... menos.
Mientras más hay, menos productivos son.
Cuba y la desmoralización de los comunistas
Carlos Alberto Montaner
Fidel Castro entró como una tromba en la historia de Cuba hace
exactamente cuarenta y tres años. En ese larguísimo periodo, que lo
convierte en el dictador que más tiempo ha ejercido el poder, ha logrado lo
que en la Isla llaman “las contrahazañas del contra-Midas”. En 1959 Cuba
era el tercer país iberoamercano en PIB per cápita, que entonces
duplicaba el de España. Hoy es el vigésimo, teniendo en cuenta la
capacidad de compra de esa economía. Es el último: $1 700 dólares
anuales. Le sigue la pobre Nicaragua: $2 650. Cuando llegó el comunismo,
Cuba era un país receptor de inmigrantes en el que esperaban avecindarse
12 000 trabajadores italianos que habían solicitado visas, más incontables
gallegos, asturianos y canarios. Hoy el 20 por ciento de los cubanos vive
en el extranjero. Han escapado en botes, lanchas, o como polizontes de
cualquier cosa capaz de flotar o levantar vuelo.
Durante los enfrentamientos entre revolucionarios y el ejército de Batista,
entre 1952 y 1958, unas 1 800 personas de ambos bandos perdieron la
vida. Eso fue todo y los nombres están publicados. Sin embargo, se
calcula que sólo en el éxodo del año 94, cuando decenas de millares de
cubanos se lanzaron al mar, más de cuatro mil murieron ahogadas. A esa
triste cifra pueden sumársele 16 000 fusilados y unos 150 000 prisioneros
políticos, de los cuales hoy, casi medio siglo después, todavía
permanecen en cautiverio varios centenares en diversas prisiones
constantemente denunciadas por organismos como Amnistía Internacional
o Pax Christi.
¿No hay nada bueno en esta experiencia? Es como la famosa pregunta
que le hizo un periodista idiota a la viuda de Lincoln tras el asesinato de su
marido en el palco de un teatro de Washington: “Dígame, señora Lincoln,
después de todo, ¿qué le pareció la obra?” Claro que hay algunos logros.
El país cuenta con setecientos mil profesionales universitarios y un buen
sistema de enseñanza. Pero ese dato lo que consigue es incriminar más
al sistema y al gobierno que tan torpemente lo administra: ¿cómo con ese
capital humano el país vive en la miseria, con miles de muchachas y
muchachos bien educados dedicados a la prostitución para poder
sobrevivir? ¿Cómo, a valores constantes, once millones de cubanos a
principios del 2002 producen lo mismo que cuatro millones en 1940?
Y luego queda la lamentable historia de la potencia médica. La Cuba de
Castro, irresponsablemente, ha formado 67 000 buenos médicos. Es decir,
un médico por cada 164 seres humanos. Los cubanos tienen que
enfermarse incesantemente para complacer al Comandante. España, que
posee un sistema de salud universal costeado por el Estado, cuenta con
un médico por cada 360 habitantes. ¿Por qué un país pobre del tercer
mundo va a duplicar el número de médicos de un país hoy rico, como es
España? Formar un médico cuesta unos doscientos cincuenta mil dólares.
Eso quiere decir que Cuba, inútilmente, ha gastado más de dieciséis mil
millones en erigir esta innecesaria pirámide científica. Una cifra mucho
mayor que la del Plan Marshall con que se reconstruyó Europa tras la
Segunda Guerra.
Pero lo que inquieta al lector no es ya la fatigada polémica sobre los
defectos y virtudes de la revolución cubana, sino cómo y cuándo va a
terminar ese disparate, habida cuenta que se trata de la última dictadura
comunista de Occidente. La penúltima fue la yugoslava, y, felizmente, se
acabó hace un par de años. Pues bien: según todos los síntomas, la
sociedad completa espera que en el momento en que Fidel Castro decida
mudar sus cuarteles al otro mundo -eso de morirse a secas le parece una
ordinariez- comenzará el desmantelamiento de un sistema en el que hoy
prácticamente nadie cree, y en ese “nadie” incluyo a los miembros del
Partido Comunista.
¿Cómo lo sabemos? Recientemente una embajada europea realizó en La
Habana una investigación muy interesante. Tomó como laboratorio de
pruebas un importante departamento gubernamental en el que trabajan
aproximadamente un centenar de personas, todas ellas supuestamente
“integradas” y adscritas al Partido. Los diplomáticos conocían a media
docena de estos funcionarios y, por separado, muy discretamente, les
pidieron que hicieran la lista de los militantes que realmente se creen el
discurso oficial (los “dogmáticos”), y los que sólo dicen creérselo (los
“simuladores”). La respuesta fue muy notable: había un 2 por ciento de
dogmáticos y un 98 por ciento de simuladores. Pero todavía había más: a
los dogmáticos los consideraban gentes ridículas de las que se burlaban
constantemente, aunque en voz baja, por supuesto.
Parece que a partir de 1995/6, tras el último congreso del Partido
Comunista, cuando Castro ratificó la línea estalinista, el desaliento y la
frustración que cunden entre los militantes han liquidado casi totalmente
las ilusiones con el marxismo como referencia intelectual y las esperanzas
en la capacidad regeneradora de la revolución. Hoy los comunistas
-exceptuados los dogmáticos más inflexibles- saben que el sistema es un
desastre irreparable que continuará empobreciendo y tiranizando a los
cubanos de forma creciente. Ya nadie cree en nada. Y este desencanto es
fundamental, porque ahí está la semilla de la descomposición del sistema.
El comunismo cayó en Europa porque los comunistas habían perdido
totalmente la fe en el sistema. Cuando hubo una oportunidad se produjo la
estampida. Sólo así se explica que el Partido Comunista de la Unión
Soviética, con sus 20 millones de miembros, haya sido disuelto por
decreto, sin una voz que se alzara en su defensa, sin un poeta que cantara
sus glorias. En Cuba ocurrirá exactamente igual. Ya el agua está lista para
el chocolate.
Enero 6, 2002